viernes, 19 de junio de 2015

Casi 80 años, el nuevo ideario viejo


Anoche, en Salamanca, cobijados en un recinto bajo de techo, pino de escaleras, pobre de luz, entre unos camaradas de buena estirpe leonesa, parcos en la sonrisa y en la alabanza, pasamos el aniversario de Matías Montero. Como el recinto fue, sin adornos, la ceremonia: unas palabras de Salazar y de Bravo, otras palabras mías y un silencio que nadie impuso, pero que tuvo, en su autenticidad, mucho mejor sentido que los rituales minutos de silencio. Dije a los camaradas de Salamanca y os digo ahora: El martirio de Matías Montero no es sólo para nosotros una lección sobre el sentido de la muerte, sino sobre el sentido de la vida. ¿Recordáis —vosotros, los de la primera hora— una de las cosas con que se intentaba deprimirnos? Se nos decía: “No triunfaréis; para llevar adelante un movimiento como el vuestro hace falta contar con gente endurecida en grande; los españoles arriesgaron y dieron la vida”. Y por España y por la Falange dio Matías Montero la suya. Buena piedra de toque es ésta para conocer la calidad de nuestro intento. Cuando dudemos, cuando desfallezcamos, cuando nos acometa el temor de si andaremos persiguiendo fantasmas, digamos: ¡No!; esto es grande, esto es verdadero, esto es fecundo; si no, no le hubiera ofrendado la vida —que él, como español, estimaba en su tremendo valor de eternidad— Matías Montero. José Antonio, O.C. Edición del Centenario, p. 859

martes, 16 de junio de 2015

Vas bien Fidel



“¿Voy bien, Camilo…?”. Y Cienfuegos le respondió: “Vas bien, Fidel”… Hubo fervor de risas y aplausos desaforados.

Todos saben que pasó de ser un tipo sin ningún conocimiento militar ni de armas a destacar increíblemente en la guerra. Debido a su valentía (a veces temeridad) y a su determinación, pasó de ser soldadito carne de cañón a experto comandante barbudo. Era muy querido y respetado por sus soldados debido a que peleaba siempre en primera línea con ellos. Esto por lo visto fué así, sea cual sea la biografía que se lea.

Sin embargo, las diferencias comienzan a aflorar más tarde en las biografías no hechas por el régimen cubano, estas son las divergencias que se encuentran:

1. Camilo Cienfuegos no era comunista, era anti-Batista, y si se unió a los revolucionarios fué por que coincidía con sus ideales de acabar con la dictadura, pero no estaba de acuerdo con los postulados comunista. Tanto Camilo como otros destacados barbudos no querían que el nuevo gobierno derivara al comunismo, frente a la posición de Guevara que estaba totalmente convencido de lo contrario. Castro todavía no estaba decidido, pero finalmente se decantó hacia el comunismo, marginando a Camilo y a otros como él. A pesar de eso, Camilo Cienfuegos siempre se declaró Fidelista, y siempre confió en Fidel, pese a que en los últimos tiempos nunca tenía en cuenta sus opiniones.

2. Camilo Cienfuegos era increíblemente popular, el barbudo más conocido y querido por el pueblo cubano, por encima del Ché y por encima de Castro. Tanto es así que en su primer discurso triunfante en La Habana, el público coreaba "Camilo.. Camilo" en cuanto lo veían asomarse en el balcón. Es conocido que mientras hablaba Castro, asomó su peluda cabeza, y el público empezó a aplaudirlo y a reclamarlo, interrumpiendo el discurso de Castro, ante lo cual Fidel dijo "¿Voy bien Camilo?" y éste respondió "Vas bien Fidel".
Parece ser que esta enorme popularidad y simpatía entre el pueblo no gustaba nada particularmente a dos personas: Raúl Castro y al Che Guevara. Estos dos le demostraron mucho afecto durante la guerra, y muy poco o nada, tras el triunfo revolucionario.

3. Tanto Raúl Castro como el Ché, eran partidarios de ejecutar y fusilar a muchos de los que habían sido conocidos por soportar a Batista, sin embargo Camilo no era de esa opinión, lo cual provocaba roces y discusiones continuas entre ellos. Por ejemplo Camilo Cienfuegos quería que a los miembros del ejército de Batista se les integrara en el nuevo régimen ofreciéndoles empleos en obras públicas. Raúl Castro, sin embargo era partidario de utilizar la mano dura con ellos desde el principio (ejecuciones) y el Ché se decantaba por marginarlos para que no tuvieran más opción que conspirar, y así poder ejecutarlos justificadamente.

4. Camilo Cienfuegos, tras el triunfo de la revolución fue designado como Jefe del Estado Mayor. En la práctica sus opiniones NO se tenían en cuenta por Castro. En la práctica tanto el Che como Raúl Castro mandaban más y tenían más influencia en la cúpula del ejército revolucionario que el propio Jefe del Estado Mayor. De hecho tanto Raúl como Guevara, hicieron lo que les dió la real gana pasándose por ahí las ideas de Camilo (no era partidario de ejecuciones).