El que busque etiquetar políticamente a nuestro Movimiento lo tendrá difícil, tendrá que mirar al margen del Parlamento, al margen de las ideologías al uso, al margen de normas, al margen de dogmas y reglas fijas. Al margen de todo lo que signifique decrepitud y parálisis. Nuestro movimiento surge del proletariado, a caballo entre el anarquismo más radical y el fascismo mas revolucionario, es insurrección y radicalismo en estado puro. Se debate entre el puño en alto y el saludo romano. Es la ACCIÓN, es la ALTERNATIVA, es la REBELIÓN.
Nosotros, revolucionarios del Siglo XXI, nos reclamamos herederos del espíritu que animó las grandes revoluciones de la historia de España: por un lado el de los milicianos anarquistas que promulgaban la revolucion en los pueblos que iban librando del caciquismo; por otro el de los camisas azules de las antiguas JONS luchando por el pan, la patria y la justicia.
Nos reclamamos herederos directos de las bandera roja y negra de otros tiempos, de quienes en un bando enarbolaban la bandera con los simbolos de la FAI y a la vez de quienes en el bando opuesto, portaban el yugo y las flechas cantando canciones de primavera. Tanto el bando anarquista como el nacional sindicalista representaban las más auténticas formas de REVOLUCIÓN, los auténticos valores antiliberales que buscaban los horizontes de un futuro mejor, a golpe de trinchera y fusil. Somos la voz de los sin voz, de los jóvenes, de los disidentes, de los marginados, de los inconformistas, posiblemente nunca ganemos, pero la victoria es secundaria, lo importante es luchar...
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