viernes, 1 de marzo de 2013

La verdad de las cosas

 Madrid, 20 de noviembre de 1936. BUENAVENTURA DURRUTI, el jefe más destacado y popular del Anarco-sindicalismo español, muere en un Hospital a consecuencia de una bala recibida el día anterior. Su muerte en extrañas circunstancias continúa siendo un misterio, quizás el propósito de “barrer a bombazos la escoria de la naciente burocracia comunista extendida en la retaguardia”, fue lo que determinó su muerte.     
       El mismo día y casi a la misma hora, JOSE ANTONIO moría fusilado en la cárcel de Alicante. Al margen de simbolismos, es un hecho que los dos bandos se beneficiaron de estas muertes, y que una cosa empezaba a estar clara, fuera cual fuera el resultado de la Guerra Civil Española no iba a haber REVOLUCIÓN.  



        Con DURRUTI no muere el “hombre de acción”, el caudillo proletario, sino lisa y llanamente: LA REVOLUCIÓN LIBERTARIA; Porque los García Oliver o Federica Montseny, desde sus sillones ministeriales, no eran más que meras comparsas de la República.  

        Actualmente se constata una realidad: las organizaciones oficiales ácratas, no quieren saber nada del grupo de “los solidarios”, la acción directa o el boicot a las elecciones. Es más llegan a la herejía (para un auténtico anarquista) de presentarse a las elecciones sindicales (como han hecho algunos sectores de la CNT). Esto se debe a que la Revolución murió con Durruti, y quienes hoy día se hacen pasar por “anarquistas” son tan solo un adorno constitucional.

        Por otra parte, en La Falange, ocurre lo mismo, la gran mayoría de su militancia cambio el mono de trabajo por la boina del tradicionalismo, grita vivas a Franco y aún hoy en día saca panfletos con lemas como "Vuelva General", echa por tierra los auténticos ideales del falangismo que son los que desde la autentica o desde el Frente Sindicalista Revolucionario defendió Narciso Perales, no quieren ni oír hablar de lucha callejera, revolución... Se afanan en comprar unas hectáreas de legalidad democrática, aunque el precio sea la traición a sus propios ideales.



         En este Estado en el que nos ha tocado vivir, tenemos alguno de los más claros ejemplos de estupidez e inmovilismo ideológico dentro del ambiente que genéricamente se ha dado en denominar como “fascismo”, y esto es así hasta el punto de que si retrocedemos en el tiempo hasta las dos últimas décadas del Siglo XX, veremos que los movimientos políticos y culturales “neofascistas” de aquella época, estaban muchísimo más avanzados en su renovación que la mayoría de los grupos y publicaciones actuales. La inmensa mayoría de quienes hoy se aventuran en la creación de nuevas  publicaciones o formaciones políticas han heredado, presos de la inercia de planteamientos de otros tiempos, taras de inmundas ideologías liberales que son, inherentes a los fascismos, entre las cuales destacan un recalcitrante anticomunismo y un patriotismo egocéntrico y trasnochado, cuando no apoyando a organizaciones antirrevolucionarias.    



         Desgraciadamente y con harta frecuencia, vemos como tanto dentro del ambiente Nacional-Revolucionario como del Anarco-Sindicalista acostumbran a rechazar de entrada determinadas posiciones ideológicas, únicamente porque éstas no coinciden con  las que en su día mantuvieron los movimientos históricos. Pese a ello, las posiciones ideológicas vanguardistas, deben ser siempre vistas como algo positivo, positivo en cuanto que, al margen de que se esté o no de acuerdo con ellas,  estas nuevas ideologías HACEN PENSAR a los camaradas, muchas veces anquilosados en posiciones excesivamente cerradas a nuevos caminos de evolución ideológica. 

 
 
 
 
 

 

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